Del EZLN a Anonymous: anonimato y cultura de red
¿Qué es Anonymous? ¿Quiénes son Anonymous? Si aún es posible ensayar una respuesta a la primera pregunta, mucho más complejo resulta contestar la segunda.
Esta dificultad permite pensar en dos vías, diferenciadas pero complementarias, para abordar el fenómeno. En lo que respecta a su modo de organización, Anonymous se inscribe en una línea conceptual que habilita a unir el pensamiento de Michel Foucault -su microfísica del poder-, con las elaboraciones deleuzianas acerca del rizoma y, más recientemente, con el concepto de multitudes trabajado por Michael Hardt y Antonio Negri. Se trata, a rasgos generales, de un modelo horizontal, distribuido, reticular, sin centro y constituido por nodos autónomos interconectados. Desde otra perspectiva, insisto, diferente pero íntimamente vinculada a la anterior, Anonymous se constituye sobre el principio del anonimato, como una multiplicidad irreductible a la unidad, como una fuerza sin nombre.
Las implicaciones que esto tiene en relación a lo público y lo privado, nos llevan a considerar el binomio tanto en lo referente a internet y lo digital como a los procesos de organización social y política reales, “analógicos”. Hay una evidente solidaridad entre la máscara de Anonymous y el pasamontañas militar de los zapatistas chiapanecos. ¿Quién está tras la careta blanca? ¿Quién tras el pasamontañas de Marcos? Podríamos responder, quizás, nadie, pero también todos. Lo que cuenta es, en todo caso, que en términos conceptuales eso no reviste mayor importancia. Si el movimiento -y, a fin de diferenciarlo de los clásicos movimientos sociales, podríamos empezar a entrecomillar el término- está constituido por una multitud anónima, por nodos autónomos en red, ninguna unidad es imprescindible para el funcionamiento colectivo. Considerada en estos términos, la creación grupal es así más analogable a esa planta llamada dólar -que de cualquier gajo permite el desarrollo de otra planta- que a la idea de árbol, en la que una rama separada del tronco no tiene posibilidad de sobrevida. Anoynmous -y también la Masa Crítica- se inscribe en la lógica del panal, de las bandadas, del cardumen, de la wiki y del P2P. Todos suman, todos aportan, nadie es imprescindible. Y nadie es, además, individualizable. Señala Ippolita que “Anonymous no es identificable en una persona física porque no es singular, siempre es plural… Anonymous se compone de muchos individuos, redes y operaciones.”
En este punto, es interesante establecer otra analogía, esta vez con la arquitectura técnica que soporta internet. Considerada al nivel de los usuarios, de nuestra percepción cotidiana, la red funciona como un gran rizoma. Millones de nodos se conectan entre sí, cada uno funcionando de forma autónoma y, al mismo tiempo, intercambiando información con los demás. Ampliando el punto de vista, no obstante, la figura del rizoma se diluye rápidamente y al inicio de la cadena aparecen unos pocos grandes servidores de los cuales depende todo el resto de la red. Si retomamos las figuras del árbol y de la planta dólar, podríamos decir que en cierto nivel internet funciona multiplicando gajos, pero mirando en perspectiva esa proliferación no serían más que las hojas y ramas de un árbol alimentándose de un único tronco.
El 14 de mayo de 2011 participé en Barcelona de la masiva movilización que, esa misma madrugada, culminaría en una acampada en Plaza Catalunya y daría lugar el inicio de lo que se conoce como 15M. A las ocupaciones de´las plazas centrales de Barcelona y Madrid, les siguieron réplicas en decenas de ciudades españolas. En pocas horas, las acampadas se habían multiplicado, sin un plan previo, por todo el estado. Si la ocupación del espacio público ya constituía en sí misma un fuerte mensaje, las consignas elaboradas en los días posteriores al 15 de mayo dejaron claro que se trataba, más profundamente, de un cuestionamiento a la lógica representativa de las democracias parlamentarias. En las asambleas de Plaza Catalunya -espontáneas, autogestionadas, sin líderes identificables- abundaban las características máscaras de Anonymous.
Algo de todo esto -si bien con escaso desarrollo- está sugerido en “En el acuario de Facebook”, tal como lo muestra el fragmento que cité anteriormente o el cierre de la segunda parte, donde se remarca la afinidad entre Anonymous y el “movimiento” Occupy de Estados Unidos. Pero aún más avanza Ippolita en lo que respecta al anonimato, estableciendo en este punto una paradoja que es común a Anonymous y Wikileaks. Si en ambos casos el ideal de transparencia aparece como rasgo constitutivo -la difusión de información secreta en Wikileaks, los hackeos masivos en Anonymous-, hacia adentro su accionar se sustenta en estructuras opacas, inaccesibles, casi secretas. Al respecto, señala Ippolita: “El hilo rojo que une Wikileaks con Anonymous es por tanto la transparencia, entendida como arma para abatir, con intervenciones de tipo técnico propias de un hacker, un poder opresivo, opaco. La necesidad de mantener el anonimato, de nombre y de hecho… es otro de los elementos que asemeja los Anonymous a los métodos de Wikileaks”. En esta misma línea, Ippolita menciona a Christopher Poole, creador de 4chan -sitio que funciona como punto de encuentro para hackers-. “Poole se ha declarado a favor de la opacidad radical, del anonimato absoluto en la red, que brinda la oportunidad de portarse <con maldad>, sin preocuparse de ofender, molestar, ser castigados por comportamientos que frecuentemente van más allá de la legalidad”. El pasaje resulta por demás interesante para contraponer dos posiciones ante la privacidad en la web: de la transparencia radical de Facebook -la apuesta por hacer publica la vida privada- a la absoluta opacidad de los hackers -la puja por mantener acciones públicas en el anonimato-.
Es innegable el potencial práctico, efectivamente comprobable, de Anonymous. No es poco el dejar inoperativos -al menos durante un tiempo- grandes sitios de compañías o incluso gubernamentales. Sin embargo, más allá de sus acciones concretas, estimo que Anonymous es aún más importante en tanto emergente de una nueva forma de pensar lo público y lo colectivo, atravesada de forma decisiva por la red de redes pero deudora de líneas de pensamiento y de experiencias políticas anteriores a la cultura digital. Si Foucault y Deleuze anticipan desde la filosofía esta nueva forma de estructurar lo colectivo, sistematizada luego, entre otros, por Hardt y Negri, podemos incluso aventurar que la emergencia de la física cuántica es a estas concepciones lo que la física newtoniana al pensamiento racional y positivista decimonónico. Del mismo modo, no sólo la experiencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional sino también todo lo que difusamente se ha llamado “Nueva Izquierda” -desde el Mayo del ´68 hasta el movimiento antiglobalización, el 15M, la “Primavera Árabe” y el Occupy estadounidense- encarnan formas de organización colectiva que ponen en cuestión nociones como liderazgo, jerarquía y doctrina. Queda aún por dilucidar cuánto de fortaleza y cuánto de debilidad hay en estas estructuras inaprensibles, innombrables, irreductibles.
Lo paradójico de este tipo de movimientos es que su mayor fortaleza es también su debilidad. Tienen una fuerte ambigüedad ideológica (para nada casual) que les permite acumular demandas y sentidos muy diferentes y a veces contradictorios.
Me parece interesante el concepto de que la masa vale más, en esos casos, que las identidades separadas. La fuerza de movimientos así está en la cantidad de gente que se siente identificada a un pedido o necesidad mayor a sí mismo. Esto me llevó a pensar que pasa en nuestro país cuando se generan las marchas como la 18A u 8N. Por qué no hay un seguimiento de las quejas que la gente lleva a la calle? A veces pienso que eso sucede porque hay poca capacidad organizativa, alguien, o “alguienes”, que puedan llevar adelante un proyecto que refleje lo que la gente sale a criticar. Creo que, a pesar de que la fuerza de movimientos así la da la masa, la falta de liderazgo que se vive en Argentina respecto a esas marchas, causa que no se cristalicen las quejas, legítimas o no, en ningún proyecto que se proponga como alternativa.
Belén, creo que el concepto de “masa” no responde adecuadamente a los principios que guían este tipo de creaciones sociales. La masa es pesada, espesa, y es una unidad en la que no se distinguen unidades o nodos. Además es moldeable (por un otro), pero no tiene la capacidad de autoorganizarse. La metáfora del enjambre, por ejemplo, es más pertinente; el conjunto muta, se cambia a sí mismo, adquiere distintas formas sin perder su sentido.
Con respecto a lo que decís de Argentina, el 15-M rechaza explícitamente la idea de “liderazgo”. No se trata de encontrar un líder que conduzca al pueblo a la victoria final (las clásicas vanguardias de izquierda, el líder carismático de los movimientos de masa al estilo del peronismo) sino de articular un proceso político-poiético que no necesariamente tiene un objetivo claro y definido y que, en cambio, encuentra su sentido en la misma práctica del tránsito. Es cierto que, como señala Ariel, esto puede ser visto como un punto débil: el riesgo de dispersión está siempre latente. Pero creo que la apuesta va por otro lado. Ya no es “tomar el poder” (ni por las armas ni por la vía política), sino, en línea con Foucault, Deleuze, tal vez Agamben, en ejercerlo micropolíticamente, en producir constantes descentramientos, en abrir pequeños espacios autónomos de excepción. Si, desde una concepción más tradicional de lo político, el proyecto resulta acotado y poco ambicioso, creo que al menos es notable que un accionar de este tipo -mutable, móvil, difícil de identificar- no es tan fácil de neutralizar. Ahora mismo, veo difícil pensar que un aglutinamiento colectivo que tenga como horizonte una nueva práctica representativa (el líder que sabe interpretar el malestar grupal, el proyecto político alternativo) pueda realmente aportar a sacarnos del brete en que, como sociedad, estamos metidos.
La era del descompromiso. La despersonalizacion y la falta de compromiso. La era donde “los jovenes” (gente adulta en estado de eternos peter pan), no son capaces siquiera de bancarse decir: “Yo, fulano/a de tal, creo en estas ideas y lucho x ellas”.